Los años nos traen experiencias nuevas y la oportunidad de probar o hacer lo que antes no podíamos. Debemos valorar cada etapa y disfrutarla al máximo, porque en cada una vivimos momentos diferentes y únicos. ¿Recuerdas eso que morías por hacer de niña y ahora es parte de tu vida? Vamos a recordarlo.
Usar zapatillas
¿Cuántas de nosotras nos poníamos las zapatillas de mamá y caminábamos tambaleándonos por toda la casa sintiéndonos unas súper estrellas? No niegues que lo intentaste alguna vez, era casi imposible ver esos tacones hermosos y no probártelos porque querías saber qué se sentía caminar con ellos.
Pintarnos toda la cara con los cosméticos de mamá
Mamá siempre lucía hermosa con ese labial rojo y el rubor en sus mejillas y ¿quién puede resistirse a verse igual de bonita que mamá? Por eso más de una vez tomamos prestados (casi siempre a escondidas) los cosméticos de mamá para maquillar nuestro rostro, tal vez no nos quedaba muy bien pero fue un buen entrenamiento.
Elegir el corte o color de nuestro cabello
Al llegar a la estética mamá daba las indicaciones de cómo debían cortarnos el cabello y nosotras no podíamos decir ni pío. Sólo nos quedaba esperar a ver cómo lucíamos con el corte que ella había escogido para nosotras. Y pensar en teñirlo ¡ni de broma! Si te dejaron alguna vez pintártelo temporalmente con papel de china considérate afortunada porque a mamá seguro que no le encantaba la idea.
Tomar café
La curiosidad por probar esa bebida que tanto les gustaba a los adultos crecía al saber que teníamos prohibido darle siquiera un sorbo. Ahora es una de nuestras bebidas favoritas y algunas de nosotras la tomamos diario como un shot de energía.
Pintarnos las uñas
Pintarse las uñas era algo de grandes y más porque en el colegio estaba prohibido. Nosotras moríamos por hacerlo pero si nos dejaban pintárnoslas con esmalte transparente o de brillitos era mucho. Ahora no podemos vivir sin tenerlas pintadas y hasta con gel o acrílico en ellas, es de nuestras actividades favoritas ir al salón de belleza a dejarnos consentir mientras nos hacen diseños padrísimos en las uñas.
Esto solo es un poco de aquello que deseábamos tanto hacer y que ahora nos parece muy normal, son pequeños placeres que convertimos en algo cotidiano cuando crecimos.
Debemos darnos cuenta que el poder de tomar nuestras propias decisiones es algo que se gana con la edad y es un privilegio que sería bueno valorar más. Ahora cada vez que hagas alguna de estas cosas, recuerda que antes soñabas con hacerlo y ahora puedes permitírtelo, así los disfrutarás más y agradecerás la oportunidad de vivirlo.