A todos nos pasa que conocemos a una persona que creemos será el amor de nuestra vida, esa historia de amor eterna como la que nos presentan en los cuentos de hadas. Y entonces todo empieza en una nube de color de rosa, donde todo es alegría y romance. Pero, ¿qué pasa cuando se rompe la burbuja?
A veces esa relación acaba por una razón u otra y sin más que poder hacer perdemos a “nuestra otra mitad”. Y qué difícil es para la gran mayoría de nosotros el poder soltar.
Llega el momento en que dejar ir puede ser lo más liberador del mundo, dejar de cargar esa pesada mochila en la espalda con recuerdos que, si bien pudieron ser muy buenos, no dejan de ser más que eso, recuerdos de una época que pudo haber sido maravillosa pero que ya no existe más y está bien. Está bien porque lo viviste, lo disfrutaste, te entregaste y ahora eso es algo tuyo. Estás escribiendo tu historia y esa historia existió antes de conocerlo a él y seguirá ahora que se ha ido.
Porque te tengo un secreto, no hay necesidad de pensar que necesitamos a alguien más para estar completos y estar completos quiere decir que podemos caminar por la vida con la frente en alto y que si alguien más llega deberá aprender a caminar a nuestro lado. Compartiendo experiencias, creando nuevos recuerdos pero todo esto entendiendo que se trata de un compañero de vida para siempre o temporal, eso no lo sabremos.
Lo importante será echarnos un clavado y reconocer lo que estamos sintiendo, abrazarlo, darle su espacio y después soltarlo. Dolerá lo que tenga que doler, pero después, si te das la oportunidad de vivir tu duelo podrás seguir hacia adelante abierta a nuevas oportunidades.
Así que recuerda, cuando una relación termina déjala ir porque ese hecho es un acto de amor hacia ti misma.
